Cuando un profesional de enfermería se interesa por la estética y comienza a trabajar en esta especialidad, empieza a ver de otra forma a las personas con las que se cruza por la calle o a aquellas con quienes habla, identifica qué necesitan y donde para mejorar su piel, su aspecto, para verse mejor, y no solo en cuanto a nivel físico, sino también emocional o psicológico. Tradicionalmente, ha existido la idea de que las cuestiones estéticas carecen de importancia para la salud, que quienes se realizan algún tratamiento en este sentido lo hacen por capricho, y que suponen malgasto de dinero. Sin embargo, cuando el profesional de enfermería se especializa en dermoestética se hace consciente de lo necesaria que es la atención en este ámbito del cuidado. En nuestros días, la sociedad se ha ido concienciando de esto, y es grato ver como cada vez son mayores las demandas de cuidados para, por ejemplo, tener la piel más hidratada y luminosa, más joven, etc.
En este sentido, el desarrollo de las competencias de la enfermería dermoestética es fundamental para conseguir en las personas ese nivel de bienestar biopsicosocial que la OMS define como SALUD, verse y sentirse bien con uno mismo, y alcanzar un buen nivel de autoestima, mediante una atención especializada y de calidad hacia el paciente.